sábado, 16 de julio de 2011

Yo fui Facundo Cabral

Fue mudo hasta los 9 años, analfabeto hasta los 14, enviudó trágicamente a los 40 y conoció a su padre a los 46. El más pagano de los predicadores cumple 72 años y repasa su vida desde la habitación de hotel que eligió como última morada. Extracto de revista Gatopardo, septiembre 2007.



Facundo Cabral cumplirá 72 años el próximo 22 de mayo.

—Sara, mi madre, me anotó cuando yo tenía siete u ocho años. Ella creía que yo había nacido en el 37 y hacia finales de mayo. Por eso cuando me preguntan de qué signo soy les digo que le vayan a consultar a mi vieja.

Año más, año menos, Facundo llegó a la tercera edad, "que es fenomenal si viviste la primera y la segunda". Son muchos los que no creían que podría llegar tan lejos.

—Hace poco estaba cruzando una plaza de Buenos Aires y una señora se quedó mirándome como si viera un fantasma —cuenta Facundo al otro lado del escritorio del cuarto del hotel de Buenos Aires en el que vive, las manos aferradas al bastón que necesita cada vez que se levanta—. Me dijo: ¿Usted fue Facundo Cabral? Yo pensé que hacía años que se había muerto. Qué jodido se lo ve.

Desde hace tiempo, Cabral sufre diversas enfermedades, entre ellas un cáncer que los médicos le diagnosticaron como terminal, pero del que terminó salvándose luego de cuatro años de tratamiento en Estados Unidos.

—Pero no hablemos de mi salud —pide, la inconfundible voz de erres guturales aún intacta—. Aunque me esté cayendo yo hago un esfuerzo extraordinario por que me vean bien. ¿Usted me ha visto llorar, Angélica?

Angélica es la mujer chilena que hace años limpia el cuarto de hotel donde vive Facundo y no, nunca lo ha visto llorar. Tampoco lo debe haber visto mucho en absoluto, porque Facundo sigue viajando casi tanto como cuando era joven. La diferencia ahora es que tiene a donde volver. Aprovechando la oferta de unos amigos, compró hace un tiempo la habitación 509 del Suipacha Suites, un coqueto hotel del centro de Buenos Aires. Es la única propiedad que declara tener sobre la Tierra:

—Me va llegando la hora, y la idea es terminar mis días como los viví: en un hotel y entre libros.

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