tag:blogger.com,1999:blog-2458677881187810442024-03-12T21:50:09.508-07:00delalumbreAquí las frases, las ideas, los sueños. También los caprichos, las corazonadas, los malos pensamientos. El llanto emocionado de un funcionario. El grito rabioso de una anciana. La carcajada vociferante de una pasajera del metro. Breves recuerdos del futuro.Unknownnoreply@blogger.comBlogger30125tag:blogger.com,1999:blog-245867788118781044.post-77992837516838613352017-06-02T18:00:00.000-07:002017-06-02T18:00:49.534-07:00Novela y cuentosEstamos trabajando en la edición de dos libros que pronto verán la luz. El primero es una novela que se interna en un Chile futuro y de cómo el poder hace alianzas con la ciencia con el fin de manipular el voto de la gente. El segundo es un libro de cuentos en el que los lugares pasan espacios determinantes en la vida de los personajes. Ya te contaremos más detalles sobre quiénes son los autores detrás de esos libros y cuando llegarán a librerías.<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhtqgRwU53-fN0byrb2tnoxpCIYI4W6Daod7K-4m5o26gsu_DXeatHeFEqdeRV90F43mUMlR9ZzjSF2Gjd2qAYZVe6FuThf2TC9wb_fkXKw19Kn1gUpjGR5RTSNHAJuSpn6fvKnMLPSaVs/s1600/proyectop_image_c89768232457859f97cf543d58068c82_6335_.jpg" imageanchor="1" ><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhtqgRwU53-fN0byrb2tnoxpCIYI4W6Daod7K-4m5o26gsu_DXeatHeFEqdeRV90F43mUMlR9ZzjSF2Gjd2qAYZVe6FuThf2TC9wb_fkXKw19Kn1gUpjGR5RTSNHAJuSpn6fvKnMLPSaVs/s320/proyectop_image_c89768232457859f97cf543d58068c82_6335_.jpg" width="320" height="140" data-original-width="999" data-original-height="436" /></a>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-245867788118781044.post-29653498445963125672015-07-18T18:10:00.000-07:002015-07-18T18:11:19.863-07:00EL DISCO DE NEWTONEn estos días acaba de llegar a librerías un nuevo libro de Ediciones de la Lumbre. Se trata de El disco de Newton, volumen de cuentos de Marcelo Simonetti que en 2014 ganó por unanimidad el premio Mejores Obras Literarias del Consejo del Libro y la Lectura, en categoría inéditos. <br />
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Los cuentos están marcados por el regreso al pasado, pero además ofrecen un guiño al Chile actual a partir de historias en donde la ficción coquetea con la realidad. ¿Cómo se las arregla un adolescente para librarse de un sicario que lo confunde con un ex simpatizante de la dictadura?; ¿qué hace un hombre que descubre a un sacerdote cuidando de una niña en unas montañas perdidas en el norte del país?; la viuda de un celebrado escritor acepta un oscuro trato con tal mantener viva la obra de su marido, ¿podrá salvar indemne de ese trance?<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEic_wa_pf2gFkfgDeURioz4Mwv23QA7Jy8QAotSwiCsDiGOL56XFFflzhIhHYITpICCJPKqXOQrDSRpOdr1UwoTn2g9JHYiVLi6ONg7PRMmx2q54YRCM-cK049q-8a_r2V-EFaxk8t_kzo/s1600/PORTADA_Newton.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEic_wa_pf2gFkfgDeURioz4Mwv23QA7Jy8QAotSwiCsDiGOL56XFFflzhIhHYITpICCJPKqXOQrDSRpOdr1UwoTn2g9JHYiVLi6ONg7PRMmx2q54YRCM-cK049q-8a_r2V-EFaxk8t_kzo/s200/PORTADA_Newton.jpg" /></a></div><br />
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El jurado del premio MOL 2014 —que integraron Pedro Gandolfo, Álvaro Matus, María Alexandra Basualto, Juan Manuel Vial y Felipe Gana— destacó la obra de Simonetti. Como se lee en su fallo: “El disco de Newton le devuelve al cuento la importancia de la imaginación que está perdida en este género”.Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-245867788118781044.post-34025295332574895672014-11-12T08:10:00.000-08:002014-11-13T03:23:52.971-08:00La imaginación del PadreEl libro de Luis López-Aliaga ha sido todo un descubrimiento. La vida contada a fragmentos en los que se rescatan instantes de una simplicidad hermosa. Como éste: "Una iluminación algo teatral cae sobre nosotros, sobre las botellas del mostrador, sobre la heladera, como si el cielo gris de afuera se disipara al cruzar la puerta de ese edificio de adobe; los tubos de luz cuelgan del techo alto, lejano, afirmados de los extremos por dos cables, como los trapecios de un circo que espera una función que no va a comenzar nunca. "Para mí siempre serán las siete de la tarde en el Bar Cordano", dice Teillier en alguna parte, desde alguna parte, y es extraño, pero ahí entre Cusqueña y Cusqueña, el tiempo en efecto parece estancado".<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEij62gJmwT-su06lTbKTCBeUZR3pcpH3JYOJq7fx4Tuswh4FZOUioBxs2t_xgjldU1QrsS7u05Hi8xCLDG4n5H8bebjvfbajZQwZ7tXEXnDDTV6xDrxffjyH2zWq4YZ5jQyVhw3JsLhx28/s1600/portada-Aliaga.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEij62gJmwT-su06lTbKTCBeUZR3pcpH3JYOJq7fx4Tuswh4FZOUioBxs2t_xgjldU1QrsS7u05Hi8xCLDG4n5H8bebjvfbajZQwZ7tXEXnDDTV6xDrxffjyH2zWq4YZ5jQyVhw3JsLhx28/s320/portada-Aliaga.jpg" /></a></div>Unknownnoreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-245867788118781044.post-78284164508090754672014-11-11T19:17:00.000-08:002014-11-11T19:19:03.199-08:00Estamos en LolitaNos gusta Lolita (la librería). Por el amor que rezuma Mouat a los libros. Por la dedicación de Solcita. Por las fotos que adornan sus paredes. Por los títulos que habitan sus mesones y vitrinas. Nos gustan sus volúmenes dedicados al fútbol, tanto como la posibilidad de encontrar ahí los títulos más inverosímiles de ese gran escritor uruguayo que es Mario Levrero. También porque la voz de Cortázar está encerrada en un CD que se lleva por un precio módico. Y porque dentro de los últimos títulos publicados por Lolita Editores está esa luminosa novela de Luis López-Aliaga que se titula La imaginación del padre. Nos gusta además porque en uno de sus estantes está Desarticulaciones, de Sylvia Molloy —pocos libros más certeros a la hora de retratar de manera literaria el Alzheimer—, y porque también es posible encontrar Escribir, de Marguerite Duras. O porque Fernando Savater tiene un lugar destacado. También por la gente que se asoma por esos lados, desde los lectores contumaces hasta los vecinos del barrio que no entienden demasiado bien por qué una librería tiene tanta onda. Pero sobre todo nos gusta, o quizá habría que decir que nos ha comenzado a gustar todavía más desde que nuestros libros llegaron ahí: desde El fotógrafo de Dios, de Marcelo Simonetti, hasta Silencio, de Pablo Pinto Canales, pasando por La intrusa, de Macarena Paz Vogel, entre otros tantos. <div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjjoU5Z5XzsdUieSWhVzSIHShTzMv0RAYDVSQxlSQAONhWdlGj00naSD8jspCxliMAKqaXy2YwWDUKYpqNJ7cuW2SUHVu3cmUjL37kCYUkg88-0I0mVZq8P1T8wB7fYxXMq53kk1qMZuJ8/s1600/ABAA.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjjoU5Z5XzsdUieSWhVzSIHShTzMv0RAYDVSQxlSQAONhWdlGj00naSD8jspCxliMAKqaXy2YwWDUKYpqNJ7cuW2SUHVu3cmUjL37kCYUkg88-0I0mVZq8P1T8wB7fYxXMq53kk1qMZuJ8/s320/ABAA.JPG" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjxDkafsYUgl6Y_0xVdD2VKTBV0Jdjg4CZQB_iQgEutIjIWTRkOTvQH3sL-Y_SomT7MpJPT3IhqwgHNMv2uvQUWBXKW-z7x4kwHNyoITeByBoHjRAJ8WzgLCH0I2qAXKjydXafMUNQTQyE/s1600/FOOTOGRAFO.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjxDkafsYUgl6Y_0xVdD2VKTBV0Jdjg4CZQB_iQgEutIjIWTRkOTvQH3sL-Y_SomT7MpJPT3IhqwgHNMv2uvQUWBXKW-z7x4kwHNyoITeByBoHjRAJ8WzgLCH0I2qAXKjydXafMUNQTQyE/s320/FOOTOGRAFO.JPG" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjaK71bhKYvj9PB1R6GdF1P1ifN_I1wYNggjYTddkbY4bjMk_fq35SWARzQTSHOjqLcHDlLm7cGIxtDffll93oc8-XJvrNHHEnRDmFdGVeEvUufvu3up5WiEYwm1cWtmxQwAPQQwkk8Xic/s1600/PORTADA-SILENCIO.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjaK71bhKYvj9PB1R6GdF1P1ifN_I1wYNggjYTddkbY4bjMk_fq35SWARzQTSHOjqLcHDlLm7cGIxtDffll93oc8-XJvrNHHEnRDmFdGVeEvUufvu3up5WiEYwm1cWtmxQwAPQQwkk8Xic/s320/PORTADA-SILENCIO.jpg" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhmUQMQfyIm8XsFhf6SYAopfDz31KoDMmHq_Jl0LDlR5EMXVwjZD7Aizi_DzFsQRhAbHEb61V2CPtoPlxUfo2BIkwDt7r_TbDtu5XqPlG0CE5e6PBmxxSsepj86h8aCLV6jRhChB0Hc23o/s1600/PORTADA+LA+INTRUSA.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhmUQMQfyIm8XsFhf6SYAopfDz31KoDMmHq_Jl0LDlR5EMXVwjZD7Aizi_DzFsQRhAbHEb61V2CPtoPlxUfo2BIkwDt7r_TbDtu5XqPlG0CE5e6PBmxxSsepj86h8aCLV6jRhChB0Hc23o/s320/PORTADA+LA+INTRUSA.jpg" /></a></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-245867788118781044.post-70459150779644289342013-09-09T16:56:00.001-07:002013-09-09T16:56:52.922-07:00Arcos Leví, póstumoEl nuevo libro de René Arcos Leví ofrece lo mejor de este autor, fallecido antes de cumplir los cincuenta años. Mientras trabajaba arduamente en sus guiones, René nunca dejó de escribir ficción. Y, claro, Cuestión de tiempo es una prueba de ello. Lo que sigue es el texto con el que Nona Fernández presentó el libro de René hace algunos días en el GAM.<br />
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<b>Dios no juega a los dados</b><br />
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“La vida no depende de ti. Hay un juego perverso detrás de todo lo que te puede pasar, de tu voluntad, de tus deseos. Porque el que juega no es uno. Uno sólo es una pieza en el tablero. El que juega es otro. Y anda a saber quién es ese personaje que te hace avanzar, retroceder, quedarte quieto, o sencillamente sacarte del juego".<br />
Cuestión de Familia<br />
- René Arcos Levi-<br />
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEidrRiafJrCOuhzzqoE_qXak-OJ47jkQpftPZ6mdIrdul5ZBVwao3jRy20_I-pMsHa6wmQreXxfLvXTaqbQdF265GVIFrQnZTNK5M6ChCCec3U5aXx_CO0W6W3Ufq2PFcx59L_N6ACY6Zo/s1600/NONA.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEidrRiafJrCOuhzzqoE_qXak-OJ47jkQpftPZ6mdIrdul5ZBVwao3jRy20_I-pMsHa6wmQreXxfLvXTaqbQdF265GVIFrQnZTNK5M6ChCCec3U5aXx_CO0W6W3Ufq2PFcx59L_N6ACY6Zo/s320/NONA.jpg" /></a></div>Cuando lanzamos una moneda al aire pueden pasar dos cosas: que salga cara o que salga sello. Creemos que el resultado es aleatorio, que depende de eso que algunos llaman suerte y otros azar. Sin embargo, si conocemos la velocidad de la moneda y la posición en la que ha sido lanzada con exactitud, podemos adivinar el resultado. Por algo hay quiénes dicen que en nuestro mundo no existe la casualidad, sólo la ignorancia. Albert Einstein pensaba que el mundo microscópico, el de la física cuántica, era igual, de ahí su famosa frase «Dios no juega a los dados». Según Einstein nada es casual, todo está debidamente diseñado como en el tablero de un gran juego que alguien maneja con maestría y a veces, con crueldad. <br />
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René Arcos Leví, al escribir los cuentos de Cuestión de Tiempo explora la misma sentencia. Aquí el demiurgo no juega a los dados, el escritor no opera por el azar. Sabe perfectamente a dónde apuntan sus caminos y, si bien sus personajes lo desconocen, él se nutre de esa ignorancia, de esa ceguera, como material de escritura. En Cuestión de Tiempo, René Arcos Leví despliega un abanico de personajes sacudidos con historias donde el aparente azar, los sueños, los accidentes, los malos entendidos, van tejiendo un entramado que los envuelve en un estado de perplejidad del que sólo la escritura y la reflexión los pueden salvar. Para ellos el movimiento en el tablero es difícil porque el juego lo inventó otro, el autor. Sin saber cómo moverse, sin entender de qué se trata todo, se sienten piezas sueltas, fichas que avanzan y retroceden sin estrategia, porque desconocen las reglas. Saltan incómodos de un casillero a otro, asumiendo esa extraña sensación de no ser lo que supuestamente son, de estar jugando un juego que no es el propio. <div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhGzyC4Pil1xlOqjjwA-kh_fFYHUlshFtd1SedgZ9kXsJPF38jpeoszYKSuiMHmnQTFhgIkESxTaGKPIuSJBJmnCRtF3kTXzteagjl2-KzKVvRjLgowD0u5xpyqsINMD3KFc1-nRBF_H6Q/s1600/cuestion_detiempo.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhGzyC4Pil1xlOqjjwA-kh_fFYHUlshFtd1SedgZ9kXsJPF38jpeoszYKSuiMHmnQTFhgIkESxTaGKPIuSJBJmnCRtF3kTXzteagjl2-KzKVvRjLgowD0u5xpyqsINMD3KFc1-nRBF_H6Q/s200/cuestion_detiempo.jpg" /></a></div><br />
En El accidente, el cuento que abre el libro, el protagonista queda sorpresivamente ciego después de ver por última vez al hombre que ama. ¿Por qué justo esa noche? ¿Por qué frente a él? ¿Por qué en una sala de teatro? Un lugar donde todos observan, donde todos pagan para mirar. ¿Es que de verdad se quedó ciego o es sólo el fade out de esa imagen que ama y nunca más vio? Como sea, la incomodidad frente a esta inesperada ceguera lo hace indagar en los misterios de la oscuridad total, en la desconfianza frente a lo que alguna vez vio, en la inquietante similitud entre la muerte y la ceguera. “El problema es que siempre que pensé en la muerte la asocié a otro tipo de cosas. A dilemas mayores. A imposibles de un orden metafísico. Incluso a un inevitable periplo sentimental con final trágico, que no habría estado nada de mal. En fin. A cuestiones más dignas que la de una privación tan devastadora como quedarse ciego de un rato para otro. Una pérdida tan majaderamente penosa. Tan odiosamente comprensible para todo aquel que con apenas abrir los ojos, ve desparramarse el mundo ante sí. La vida y sus colores a su completa disposición. El día y la noche. El cuerpo de los otros. Los ojos de los otros que lo miran cuando habla. Los gestos que no necesitan palabras. Una sonrisa. Una mueca. Cualquier cosa. Todo lo que uno puede decirle a otro confiando en su mirada. En lo que ven sus ojos. Todo eso que yo debo aprender a adivinar. A sospechar. A imaginar. A oler. A escuchar. Como si todo se hubiese vuelto de golpe un juego de escondidas entre los demás y yo. O peor. El juego de la gallinita ciega. Sólo que a mí me vendaron los ojos para siempre. Yo soy la gallinita ciega.”<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiL0GPtP1pyYrevz6vJjg5ejXiYUCPWB3GDi44mn0yYFdSbRMLq8KlMcDMuehmEDqKqaDqYxqPNYeipcBkuPLjNKQklT2mkpNQleTGu6pX_RL_aEI77NRtM2j73Bael1dgCelN7B358InU/s1600/mitiooooo.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiL0GPtP1pyYrevz6vJjg5ejXiYUCPWB3GDi44mn0yYFdSbRMLq8KlMcDMuehmEDqKqaDqYxqPNYeipcBkuPLjNKQklT2mkpNQleTGu6pX_RL_aEI77NRtM2j73Bael1dgCelN7B358InU/s320/mitiooooo.JPG" /></a></div><br />
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En Los inconvenientes de pensar en voz alta, otro cuento medular del conjunto, el protagonista se enamora y comienza una relación que desde la primera línea sabemos que fracasará. Su relato es una narración perpleja de los detalles, una búsqueda minuciosa de la razón del abandono. Del amor y el desamor. La historia de una pareja, la historia de un hombre que se mira al espejo y no se reconoce en el reflejo que ven los otros, la historia de un hijo que decide relatarle a su madre su propia homosexualidad, la historia de una traición, de un desengaño. La historia de un hombre que intenta desentrañar las claves del argumento que vive, del juego al que lo arrojaron. “Lo que quiero averiguar es si ese gran error soy yo o si hay un gran error por sobre nuestras cabezas y no queda más que resignarse”.<br />
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El error, la desconfiguración, el cortocircuito que buscan los personajes como explicación, como salida, no es más que otra trampa del juego, otra prueba a pasar. Alguien traiciona a su hermano. Error del juego. Alguien es abandonado. Error del juego. Alguien queda ciego. Error del juego. Alguien es capaz de matar por celos. Alguien nace en un cuerpo cambiado. Alguien se desconoce al mirarse al espejo. Alguien engaña a su esposa con su suegro. Alguien dice ser quién no es. Alguien disimula. Alguien trata de “que no se note”. En este juego trazado por René Arcos Leví el error es la razón de cada movimiento y sus personajes están condenados a vivenciarlo por una orden despiadada y cariñosa a la vez. Todos los relatos son una jugada difícil de resolver, porque en Cuestión de Tiempo nada es simple, todo es complejo, las relaciones, el amor, la vida en familia, la pasión, el cuerpo de uno, el cuerpo del otro, las sombras, las ausencias, los reflejos. Los espejos no arrojan certezas, se puede ser uno o se puede ser otro, no es difícil sobrevivir con una máscara. Sólo la delicada pluma de René puede trazar límites tan difusos y sutiles, tan humanos y reales, con la única intención de tratar de entender el misterioso devenir de las cosas, el rumbo incomprensible de un juego que siempre ha dirigido otro y del que es tan difícil escapar.<br />
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“Los que verdaderamente se van lo hacen en silencio, no hablan de ello. Simplemente un día ya no están más.” <br />
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-Nona Fernández S.- <br />
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Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-245867788118781044.post-24235219304391717142013-02-03T11:48:00.000-08:002013-02-03T11:48:08.419-08:00ALEGRÍA PORTEÑALa tarde-noche porteña es grata: el olor del mar, las luces de la ciudad, una música que irrumpe de algún lado (en Valparaíso siempre hay una música que suena, generalmente, fuera de cuadro). El jueves pasado (31 de enero) estaban todos los que tenían que estar ahí, en el salón blanco de La Piedra Feliz. Fue una tarde-noche entrañable. Con Natalia Berbelagua hablando de cómo el humor se puede colar en un libro de cuentos de terror. Y con el grandísimo Carlos Genovese contando cómo el libro de Pablo Pinto Canales le había cambiado la vida (que ya no volvería a mirar a los mendigos como los miraba hasta entonces, en alusión al cuento El pregón; que tendría sumo cuidado de ni elegir la habitación 364 cuando volviera a alojarse en un hotel, en referencia al cuento 364). <div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhqZsQVPrFKKNlpP7mgKHA3V7A2bRkPcVHMg0RDgO-fTEtElnk3_nQiUpnRIW59jzc6-84YvRYJL-a8o8dKJ3mPezye2_8j04GIKFMfc7DL9LsADWemC4p37baLhxc38YSZwr5KaCq03jw/s1600/FIL3196.jpg" imageanchor="1" style="clear:right; float:right; margin-left:1em; margin-bottom:1em"><img border="0" height="400" width="293" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhqZsQVPrFKKNlpP7mgKHA3V7A2bRkPcVHMg0RDgO-fTEtElnk3_nQiUpnRIW59jzc6-84YvRYJL-a8o8dKJ3mPezye2_8j04GIKFMfc7DL9LsADWemC4p37baLhxc38YSZwr5KaCq03jw/s400/FIL3196.jpg" /></a></div>
Porque esa tarde-noche lo que nos congregaba era el lanzamiento de Silencio, el nuevo libro de Ediciones de la Lumbre. Vendimos medio centenar de ejemplares y esperamos que, con el correr de los días y, sobre todo, luego del lanzamiento que haremos en Santiago en abril, los lectores de Pinto Canales sigan creciendo. Se lo merece. Confiamos en el universo que ha montado. También en su prosa. El tiempo dirá si acertamos. Por ahora, estamos seguros de que sí.
No es la única buena noticia que tenemos. Desde el 1 de febrero tres libros de Ediciones de la Lumbre están en el Club de Lectores de El Mercurio. Se trata de El tiempo de los peces (libro de cuentos de Juana Inés Casas, elogiado unánimemente por la crítica: desde Juan Manuel Vial, de La Tercera, hasta Marco Antonio de la Parra, quien lo eligió entre los mejores libros de año), Campamento Esperanza y Los Niños de La Granja.
Esperamos que sigan las buenas noticias.
Esperamos seguir compartiéndolas con ustedes.
<i>Delalumbre.
</i>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-245867788118781044.post-62210384187921245932013-01-25T19:38:00.003-08:002013-01-25T19:39:30.946-08:00Silencio, el estreno de Pinto CanalesQuince cuentos son los que dan cuerpo al nuevo libro de cuentos de Ediciones de la Lumbre: <b>Silencio</b>, de Pablo Pinto Canales. A medio camino del relato de terror y el cuento sobrenatural, la narrativa de Pinto Canales seduce a partir de lo cotidiano, pero prontamente se adentra en un territorio de pesadilla de la que ni los personajes ni el lector se pueden librar.
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEimf69sHTWlcEdcaZ27bB3Cqn6yONIfbDF4_ox-zKRO0AInud-6UEN3nOLJFbBpgCR17TxoE1we1Brb3hx67Tl_plwaD2Va3DoMO3JNl5B6OzGohL1aJBhORkTXk6Qe8wsjNKqOI0bbn0g/s1600/PORTADA+SILENCIO.jpeg" imageanchor="1" style="clear:right; float:right; margin-left:1em; margin-bottom:1em"><img border="0" height="400" width="260" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEimf69sHTWlcEdcaZ27bB3Cqn6yONIfbDF4_ox-zKRO0AInud-6UEN3nOLJFbBpgCR17TxoE1we1Brb3hx67Tl_plwaD2Va3DoMO3JNl5B6OzGohL1aJBhORkTXk6Qe8wsjNKqOI0bbn0g/s400/PORTADA+SILENCIO.jpeg" /></a></div>
El libro de Pinto Canales viene a sumar en un género poco explorado por los autores nacionales. En la línea de Quiroga, Poe y Lovecraft, escritores que marcaron el devenir de su pluma, la ópera prima de Pinto Canales viene a cumplir el mandato de las editoriales independientes: renovar la oferta de voces y buscar nuevos caminos para la ficción. Por ahora, Sulencio sólo se encuentra en Valparaíso y Viña del Mar: en las librerías Ivens y Metales Pesados-Casa E (la libreria boutique del Cerro Alegre), además de la Feria del Libro de Viña del Mar que acaba este domingo. En abril lanzaremos el libro en Santiago.
Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-245867788118781044.post-57667949809415649222012-11-17T08:10:00.001-08:002012-11-17T08:10:28.261-08:00LOS NIÑOS DE LA GRANJA
Amigos de De la Lumbre, estamos felices de contarles que a mediados de diciembre publicaremos un libro estremecedor que cuenta las vivencias de un joven norteamericano, Steve Reinferberg, quien a principios de los ’80, con veintitrés años y cargado de dudas sobre su futuro profesional, llegó a trabajar como voluntario a un pequeño hogar ubicado en un barrio pobre de Santiago de Chile, donde una resuelta mujer se había hecho cargo de trece niños en situación de abandono. Con limitado conocimiento del español, Reifenberg se sumergió de lleno en la vida del Hogar Domingo Savio y se convirtió en padre sustituto de un grupo de niños que desafiaron su capacidad de comprensión y lo enfrentaron a situaciones que nunca hubiera imaginado en su país natal.</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhLLoBzpxNG0yPemRpcb6VyIQmovGiP6L13yScoObafK-i8F6_9W_IRvCHRVds2-bodOx4Akxjs5DfKgZBewk-bHClGgvsbJVr_3VST7IX7lfVq3gXVaEKZUi7HKFYmJVG-FaRvgOZhG3w/s1600/IMG_0323+-+copia.jpg" imageanchor="1" style="clear:right; float:right; margin-left:1em; margin-bottom:1em"><img border="0" height="400" width="267" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhLLoBzpxNG0yPemRpcb6VyIQmovGiP6L13yScoObafK-i8F6_9W_IRvCHRVds2-bodOx4Akxjs5DfKgZBewk-bHClGgvsbJVr_3VST7IX7lfVq3gXVaEKZUi7HKFYmJVG-FaRvgOZhG3w/s400/IMG_0323+-+copia.jpg" /></a></div>
A través de vívidas descripciones logra crear un retrato indeleble de extraordinarios
personajes infantiles y nos entrega un apasionante relato sobre su propio proceso
de maduración, pero principalmente sobre el valor y la capacidad de resiliencia de
los habitantes más pobres y más vulnerables del país. </div>
Reifenberg entreteje hábilmente la historia del hogar con los sucesos nacionales
e internacionales que impactaron dramáticamente en Chile durante un período
marcado por la crisis económica y la revuelta política en contra de la dictadura
militar de Augusto Pinochet.</div>
Tres décadas después nos entrega su versión en español de esta aventura épica, en
un estilo que conmueve e impacta, pero que también nos enseña a reír.</div>
Ya les contaremos nuevas noticias de Los Niños de La Granja y desde ya los dejamos invitados al lanzamiento y a sumergirse en una historia increíblemente real…</div>
<b>
*Los derechos de autor obtenidos por La venta de este Libros serán donados en su totaLidad a la Fundación Domingo Savio.</b>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-245867788118781044.post-58497970337551472352012-10-05T15:17:00.001-07:002012-10-05T15:27:57.924-07:00NUESTRA JUANA DESEMBARCA EN ESPAÑAQué alegría, por ella, por El tiempo de los peces, por la buena literatura. La revista Suelta, que tiene un ojo literario agudo y profundo, decidió publicar uno de los cuentos del libro de Juana Inés Casas, nuestra Juana Inés Casas. A nosotros no nos queda más que alegrarnos y contarles a ustedes esta buena noticia. Y, por supuesto, dejarles el acceso para que lean el cuento de Juana.
Albricias miles,
M.
http://www.sueltasuelta.es/Chemi-Rosado-Seijo-Juana-Ines-Casas<a href="http://www.sueltasuelta.es/Chemi-Rosado-Seijo-Juana-Ines-Casas"></a>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-245867788118781044.post-52083034834121901562012-07-01T19:43:00.001-07:002012-07-01T19:48:20.869-07:00ALE COSTAMAGNA Y EL TIEMPO DE LOS PECESPara quienes aún no han leído El tiempo de los peces, de Juana Inés Casas, les dejamos la recomendación de Alejandra Costamagna, quien explica las razones de por qué es necesario leer este elogiado debut de la autora argentina.
<blockquote></blockquote>"Los personajes de El Tiempo de los Peces quisieran estar quietos, estáticos.
Pero en cambio viajan, transitan de una edad a otra, fantasean, desamarran
los hilos de la rutina, se bañan en el mar, recomponen lazos rotos,<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhD9ws1x4APZGxxv9bVuFrkOrvbBRdk6Zf7zUTrVuVi636H5gDQI9HmtzeH8hvQRJG4ia7B1-6wuYuxS9esSxMVaOds0J2EjrJR74znfatEAVqYmZDbLtt_dzEdi28ujPfSka-Qx_OjQvU/s1600/alejandra-costamagna.jpg" imageanchor="1" style="clear:right; float:right; margin-left:1em; margin-bottom:1em"><img border="0" height="257" width="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhD9ws1x4APZGxxv9bVuFrkOrvbBRdk6Zf7zUTrVuVi636H5gDQI9HmtzeH8hvQRJG4ia7B1-6wuYuxS9esSxMVaOds0J2EjrJR74znfatEAVqYmZDbLtt_dzEdi28ujPfSka-Qx_OjQvU/s400/alejandra-costamagna.jpg" /></a></div>
enumeran sus formas favoritas de morir e intentan, a toda costa, capturar
un momento feliz. Pero sospechan que la felicidad queda demasiado
lejos, demasiado a trasmano, allá por los latidos de una memoria remota.
Con una prosa fresca, atenta al detalle y el habla cotidiana, cuidadosa
de los límites entre la tristeza y la tragedia, Juana Inés Casas apuesta
en estos once relatos por la intensidad del gesto mínimo. Cuentos
como fotografías de papel, imágenes difusas: recortes en palabras
de una infancia desvanecida, ahora, bajo la superficie de la adultez".Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-245867788118781044.post-11322084667826177892012-06-02T08:32:00.001-07:002012-06-02T08:32:49.636-07:00VENTA DE LIBROS ONLINEEl tiempo de los peces, de Juana Inés Casas, y Campamento Esperanza, de Lorenzo Moscia y Luis Hidalgo, son los títulos que comenzamos a vender en línea y a precios irrepetibles.
El tiempo de los Peces ha sido largamente elogiado por la crítica, tanto por Juan Manuel Vial, crítico de La Tercera, como por Marco Antonio de la Parra, en La Segunda, Rodrigo Pinto, crítico de Sábado, y José Promis, de Artes y Letras de El Mercurio. El libro, que se encuentra en el mercado a 7.500 pesos, se vende, a través de esta vía, a 4.800 más costos de envío.
Campamento Esperanza es un libro fotográfico hecho por el italiano Lorenzo Moscia (www.moscia.cl) y el chileno Luis Hidalgo. Y es un completo registro de los 74 días que estremecieron a Chile a fines de 2010, cuando 33 mineros quedaron atrapados en la mina San José. El libro, que se encuentra en el mercado a 22.800 pesos, se vende a través de esta vía, a 11.000 pesos más costos de envío.
Los interesados pueden escribir a:
lespinosa@edicionesdelalumbre.cl
msimonetti@edicionesdelalumbre.cl
amichelsen@edicionesdelalumbre.cl
En www.edicionesdelalumbre.cl hay más información sobre los libros.Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-245867788118781044.post-11194767583481188232012-05-19T17:10:00.002-07:002012-05-19T17:10:59.720-07:00Los niños de SantiagoEstamos trabajando en un nuevo libro. Es una traducción del inglés: Santiago's children. La historia de Steve Reifenberg, un norteamericano que llegó en los 80 a Santiago y vivió dos años colaborando en un hogar de menores. Con el encanto de una novela bien escrita y un humor que uno no se espera encontrar en un testimonio de vida, Steve se adentra en el mundo de estos niños abandonados, hijos de la segregación y la desigualdad, y consigue un retrato que es un canto a la resiliencia y a la lucha diaria por sobrevivir en un país en donde las oportunidades son un espejismo, cuando no casi una utopía. Pronto les contaremos las novedades de este nuevo título de Ediciones de la Lumbre.
/ <i>Delalumbre</i>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-245867788118781044.post-30965290746153090532012-04-22T09:51:00.003-07:002012-04-22T09:54:00.367-07:00Servicio de utilidad públicaPara quienes han preguntado dónde pueden adquirir un ejemplar de El tiempo de los peces, de Juana Inés Casas, el libro se vende en la Feria Chileno del Libro, en Antártica, en librerías Qué Leo, Sudamericana, Takk, Donoso, Ulises, Prosa y política, Nueva altamira, Catalonia y también en regiones. Si no te gusta leer, cómpralo para regalarlo. / <i>Delalumbre</i>.Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-245867788118781044.post-4898141276219025102012-04-21T06:23:00.000-07:002012-04-21T06:57:43.433-07:00EL SABADO APLAUDE A EL TIEMPO DE LOS PECES
<a href="http://www.mer.cl/Pages/NewsDetail.aspx?dt=2012-04-21&PaginaId=10&SupplementId=1&bodyid=0"></a><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiWal_aXQ_Gb7x2n5-UJISJzoOzoDVi6oN7maIQf5onRc5Z4laNgPCABpes9xAXYwT292mNDGlFGr5Ui6bVINapvHfVAVfqBtAOYgjSWvcIa_F-5Xos3_vaGOcExd7b5x6mDXcIta6sn18/s1600/Portada_Santelmo_el_baile_de_los_peces_30_agosto.jpg" imageanchor="1" style="clear:right; float:right; margin-left:1em; margin-bottom:1em"><img border="0" height="400" width="261" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiWal_aXQ_Gb7x2n5-UJISJzoOzoDVi6oN7maIQf5onRc5Z4laNgPCABpes9xAXYwT292mNDGlFGr5Ui6bVINapvHfVAVfqBtAOYgjSWvcIa_F-5Xos3_vaGOcExd7b5x6mDXcIta6sn18/s400/Portada_Santelmo_el_baile_de_los_peces_30_agosto.jpg" /></a></div>
Ya es unánime. Los críticos han recibido con agradecimientos la primera publicación de ficción de Ediciones de la Lumbre: El tiempo de los peces, de la escritora Juana Inés Casas. Primero fue José Promis, en Artes y Letras; lo siguió Marco Antonio de la Parra, en La Segunda; luego fue Juan Manuel Vial en La Tercera; y ahora es el turno de Rodrigo Pinto, en la revista El Sábado, de El Mercurio, quien finalizó su comentario dando gracias a Juana...: “Hay que agradecer la intensidad del trazo y la delicadeza del dibujo de estos relatos, que no dejan de sorprender en una narradora debutante".
En otros pasajes del artículo se refiere a El tiempo de los peces como: “Historias que capturan momentos cotidianos, encuentros fugaces, viejas historias que necesitan una resolución, ramalazos de inquietud y temor que se agazapan en los pliegues de la siempre aparente normalidad”.
“La autora elabora postales de firme textura y delicado trazo y hace explícita su capacidad para observar y atrapar escenas de vida que suelen remitir al desamparo y la fragilidad, a la fugacidad del tiempo, a la inquietud que deriva de la obligación de vivir en medio de y junto a otros, al azar que se introduce en la tranquilizadora -y anodina- rutina”, prosigue el texto de Pinto.
No ha habido crítico que no haya destacado la fineza de la prosa y la delicada y profunda mirada con la que Juana Inés Casas se asoma a la ficción por vez primera.
Un debut imprescindible de una autora que está llamada a dar que hablar en las letras no sólo chilenas, sino de todo el continente.
¡Felicitaciones a Juana!
<a href="http://www.mer.cl/Pages/NewsDetail.aspx?dt=2012-04-21&PaginaId=10&SupplementId=1&bodyid=0"></a><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-245867788118781044.post-34532959314065796212012-04-17T14:39:00.001-07:002012-04-17T14:41:18.752-07:00ESTAMOS DE FIESTA: DOS AÑOS DE VIDAGracias a todos por las muestras de afecto y cariño. Esperamos seguir cumpliendo muchos años más.Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-245867788118781044.post-11348283818465120922012-03-05T19:58:00.003-08:002012-03-05T20:08:18.099-08:00Elogios para El tiempo de los pecesEstamos muy contentos por los elogios que El tiempo de los peces, de Juana Inés Casas, ha recibido de parte de la crítica. El último comentario fue el de Juan Manuel Vial, de La Tercera. <br />Aquí la dirección donde leer la critica: <br /><br />http://www.papeldigital.info/lt/2012/02/25/01/paginas/094.pdfUnknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-245867788118781044.post-65642701121244267312012-01-26T09:55:00.000-08:002012-01-26T13:31:49.894-08:00El Tiempo de los Peces en El Mercurio<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgRcCrUcPvVM1ikAXK5Ys0ili7yFRgeM38KYHbX7NJcdiQmGKhTGr1frXcVmzNH3TpNFR2YMc6xC2ncZkgJU9izZ_TBdfnlz0xv3utKHArIai3UqNGCUl7Oa1qEnzUMu2w63X98MDEXUHc/s1600/Portada+Santelmo_el+baile+de+los+peces_30+agosto.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 261px; height: 400px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgRcCrUcPvVM1ikAXK5Ys0ili7yFRgeM38KYHbX7NJcdiQmGKhTGr1frXcVmzNH3TpNFR2YMc6xC2ncZkgJU9izZ_TBdfnlz0xv3utKHArIai3UqNGCUl7Oa1qEnzUMu2w63X98MDEXUHc/s400/Portada+Santelmo_el+baile+de+los+peces_30+agosto.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5702001227288148690" /></a><br /><br />Aquí la crítica aparecida en El Mercurio el último domingo.<br /><br /><br />La profundidad de lo baladí<br /><br />José Promis <br /><br /><br /><br /><br />El tiempo de los peces es el primer libro que publica Juana Inés Casas, periodista nacida en la provincia de Buenos Aires y actualmente viviendo en Santiago. El volumen reúne once cuentos de corto número de páginas; pero a pesar de la brevedad de su lectura los relatos se apoderan del interés del lector no porque en ellos ocurran acontecimientos amontonados vertiginosamente en corto espacio, sino precisamente por lo contrario. En el tiempo presente de cada relato suceden muy pocas cosas o de muy menguada relevancia, porque lo que se privilegia es la profundidad de la mirada. Sus voces narrativas observan con atención y minuciosidad movimientos minúsculos, detalles fugaces, cambios de apariencia insignificante, para exprimir de ellos el zumo espeso de significados que les confiere trascendencia invisible.<br />El drama de la soledad y la cólera silenciosa, por ejemplo, se instala en el primer cuento del volumen ("Arribos"), al que pudiéramos considerar paradigmático de lo que he mencionado recién. Una madre con su hijo pequeño desembarcan en el aeropuerto de Ezeiza, donde los espera la abuela materna en medio del movimiento y el bullicio propio de tales situaciones. Pero la extrañeza que provoca el encuentro despierta en la mente del niño imágenes y recuerdos que abren este episodio trivial al mundo del fracaso sentimental, la separación y la pérdida. Casi subrepticiamente, el texto nos empuja a transitar desde una situación que pudiera lucir desprovista de grandeza frente a ojos extraños, a la profundidad de la silenciosa desesperación de la pequeña víctima de un fracaso conyugal.<br />Esta revelación de la importancia de lo baladí es el propósito que orienta de una manera u otra todos los cuentos del volumen. La autora lo persigue construyendo una serie de voces femeninas cuyas personalidades ejercen, sin duda alguna, poderosa seducción sobre los lectores. Son voces de mujeres que a pesar de sus distintas edades ocupan el mismo lugar de observadoras dentro del espacio narrativo. Sus voces reflexionan, rememoran para sí mismas o dialogan con interlocutores que nunca recibirán sus palabras. Sus discursos, o sus monólogos, quizás sería mejor decir, traen al presente las dimensiones ocultas de lo cotidiano manifestadas por detalles que los demás no ven, o por la memoria de hechos que marcaron sus pasados, pero que con el paso del tiempo han sufrido el mismo destino que las rupturas sentimentales: "son trágicas en el momento, pero cuando pasan los años tienen que ser anécdotas". Una mujer quiere provocar un encuentro aparentemente casual con su novio de juventud. Durante la espera su discurso se va hundiendo paulatinamente en las profundidades del recuerdo hasta sacar a luz el episodio secreto que provocó la lejana ruptura. Una mujer recibe un extraño encargo de su amante, quien aparentemente rehúsa el compromiso afectivo. Para complacerlo y quizás encontrar así la seguridad sentimental que no posee, la mujer se enfrenta a una experiencia insospechada y tenebrosa. Una voz femenina revive episodios íntimos de dolor vividos por su familia cuando de niña participaba en las fiestas religiosas de pequeños pueblos argentinos. El sorpresivo desenlace de otro relato confiere sentido a los pensamientos de una mujer que monologa irónicamente mientras escucha una conferencia sobre semiología y análisis del discurso.<br />El libro recibe su título del cuento que cierra el volumen y a la vez constituye su corolario. Nada importante ocurre en su interior, sólo los comportamientos habituales de familias veraneantes en un día de playa. Una niña se alborota porque ha encontrado unos pececillos muertos. La voz narrativa descubre que no sabe nada sobre la vida de los peces, sólo que están ahí y que en un momento mueren. El libro de Juana Inés Casas ha querido mostrar precisamente eso: vidas que transcurren con sus ansias, frustraciones y sueños. Que están y que un día desaparecen.Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-245867788118781044.post-56807815160628376692012-01-22T10:52:00.000-08:002012-01-22T10:58:09.524-08:00El Tiempo de los Peces y la profundidad de lo baladíEse es el título de la crítica de la Revista de Libros de El Mercurio con la que se refiere en tan buenos términos al debut de Juana Inés Casas y su libro de cuentos El tiempo de los peces. En Ediciones de la Lumbre estamos felices por el rumbo que ha tomado el libro, el que prácticamente sin marketing ha ido conquistando lectores gracias al boca a boca. Ya Marco Antonio de la Parra lo eligió entre lo mejor del 2011 y ahora la Revista de Libros destaca la profundidad de las cosas cotidianas, desde donde se construye la potencia de este hermoso e inquietante libro publicado por Ediciones de la Lumbre. <br />El tiempo de los peces está siendo vendido en la Feria del Libro de Viña del Mar y en las librerías más importantes del país.<br /><br />Aquí el enlace:<br />http://www.mer.cl/Pages/NewsDetail.aspx?dt=2012-01-22&PaginaId=19&bodyid=6Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-245867788118781044.post-55986397955966013012011-12-14T13:03:00.000-08:002011-12-14T13:10:40.649-08:00¡El tiempo de los peces entre lo mejor del 2011!<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjBtM_g0LyfzhMJqhqtLUNii7zZEo0CDrEt0tA0KCJKodSEFYG609QniRAeHdV3RRZwqMHeEO3PdccMfRaAv9dMywQZXXyoPElQosGPhE3lRuyoPBcSjlkkKj8tSFvUIcydlAMDhFXHWiQ/s1600/director.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 362px; height: 205px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjBtM_g0LyfzhMJqhqtLUNii7zZEo0CDrEt0tA0KCJKodSEFYG609QniRAeHdV3RRZwqMHeEO3PdccMfRaAv9dMywQZXXyoPElQosGPhE3lRuyoPBcSjlkkKj8tSFvUIcydlAMDhFXHWiQ/s400/director.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5686094469331739554" /></a><br />Aquí un fragmento de la selección de Marco Antonio de la Parra aparecida en La Segunda donde da cuenta de los mejores libros de 2011. Y entre ellos está el de nuestra querida Juana Inés Casas, El tiempo de los peces. ¡Felicidades, Juana!<br /><br /><br />"La nueva narrativa chilena está fresca y campante con muchos títulos que proponer.<br /><br />NIÑO FEO , de Yuri Pérez (Premio de la Crítica 2011), que aunque también del 2010, circula más este año que muere.<br /><br />HERMANO CIERVO , de Juan Pablo Roncone ;<span style="font-weight:bold;"> EL TIEMPO DE LOS PECES , de Juana Inés Casas</span> , y EL SHOW DE LOS INCOMPLETOS , de Egon Alvarez , se convierten en promesas muy pero muy sólidas de una escritura que ya está aquí, y que podemos llamar tranquilamente la narrativa chilena del futuro y alegrarnos de que exista.<br /><br />Cualquiera de estos títulos representa una voz propia, una imaginación interesante y la oportunidad de sorprenderse (y sorprender, si de regalos se trata) con propuestas originales y de calidad.<br /><br />De las voces consagradas es urgente destacar a Cynthia Rimsky , con RAMAL (suerte de libro-objeto, ya verán cuando lo hojeen); a Alejandro Zambra , en FORMAS DE VOLVER A CASA , aunque prefiera su novela anterior, y a Alejandra Costamagna , con los cuentos de ANIMALES DOMESTICOS.<br /><br />Todos estos títulos en medio de un año de muy buena cosecha (me perdonen los olvidados y los ausentes).<br /><br /><br />El resto del artículo en esta dirección: http://www.lasegunda.com/Noticias/Impreso/2011/12/704291/la-verdad-nos-guste-o-no-sobre-los-libros-del-ano-2011Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-245867788118781044.post-65767165956589840072011-09-28T16:13:00.000-07:002011-09-28T16:38:02.580-07:00EL TIEMPO DE LOS PECES<iframe allowfullscreen='allowfullscreen' webkitallowfullscreen='webkitallowfullscreen' mozallowfullscreen='mozallowfullscreen' width='320' height='266' src='https://www.blogger.com/video.g?token=AD6v5dyVxSmB3JWCLhswtqflnBzi4RFPHq1YCu6-F-JRd0b_CmYrxIAVZqNWzlPlUE0pwAw79QCh-LWzIb8HCypoTw' class='b-hbp-video b-uploaded' frameborder='0'></iframe><br /><br />Aquí un pequeño adelanto de El Tiempo de los Peces, el libro de cuentos de Juana Inés Casas con el que inauguramos nuestra colección de ficción (Santelmo). Estamos muy contentos con el resultado de este libro que, a través de once relatos, nos habla del paso del tiempo, de lo que perdemos y lo que ganamos a medida que vamos creciendo, de las pequeñas victorias y de los fracasos cotidianos que el oficio de existir trae consigo. De verdad que lo van a disfrutar. Pronto, en librerías.<br /><br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgkJcNhCww93wr4mTQqKarJRJ_g0SXVWTVaK65mRjO29GMl5rjZnmtiVhm6kcQEtyMcMIqp1TUqtVZdErLnC3g1hRebaWMEKwPGoULHoVfyY0zJOI8bbH8yl3gOdWo6luZF95nd1KiNZ1g/s1600/Portada+Santelmo_el+baile+de+los+peces_30+agosto.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 261px; height: 400px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgkJcNhCww93wr4mTQqKarJRJ_g0SXVWTVaK65mRjO29GMl5rjZnmtiVhm6kcQEtyMcMIqp1TUqtVZdErLnC3g1hRebaWMEKwPGoULHoVfyY0zJOI8bbH8yl3gOdWo6luZF95nd1KiNZ1g/s400/Portada+Santelmo_el+baile+de+los+peces_30+agosto.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5657558783158509010" /></a>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-245867788118781044.post-89147916571926238822011-09-07T07:59:00.000-07:002011-09-07T08:00:47.451-07:00Borges, Borges, Borges, Borges, Borges...Borges, tantas veces Borges. Fabuloso juego de espejos entre Abad Faciolince y Correas desarrollado por Radar-Libros, de Página 12.<br /><br /><br />http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-4398-2011-09-07.htmlUnknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-245867788118781044.post-82671063408219018242011-07-16T20:55:00.000-07:002011-07-16T21:09:25.446-07:00Yo fui Facundo CabralFue mudo hasta los 9 años, analfabeto hasta los 14, enviudó trágicamente a los 40 y conoció a su padre a los 46. El más pagano de los predicadores cumple 72 años y repasa su vida desde la habitación de hotel que eligió como última morada. Extracto de revista Gatopardo, septiembre 2007.<br /><br /><br /><br />Facundo Cabral cumplirá 72 años el próximo 22 de mayo.<br /><br />—Sara, mi madre, me anotó cuando yo tenía siete u ocho años. Ella creía que yo había nacido en el 37 y hacia finales de mayo. Por eso cuando me preguntan de qué signo soy les digo que le vayan a consultar a mi vieja.<br /><br />Año más, año menos, Facundo llegó a la tercera edad, "que es fenomenal si viviste la primera y la segunda". Son muchos los que no creían que podría llegar tan lejos.<br /><br />—Hace poco estaba cruzando una plaza de Buenos Aires y una señora se quedó mirándome como si viera un fantasma —cuenta Facundo al otro lado del escritorio del cuarto del hotel de Buenos Aires en el que vive, las manos aferradas al bastón que necesita cada vez que se levanta—. Me dijo: ¿Usted fue Facundo Cabral? Yo pensé que hacía años que se había muerto. Qué jodido se lo ve.<br /><br />Desde hace tiempo, Cabral sufre diversas enfermedades, entre ellas un cáncer que los médicos le diagnosticaron como terminal, pero del que terminó salvándose luego de cuatro años de tratamiento en Estados Unidos.<br /><br />—Pero no hablemos de mi salud —pide, la inconfundible voz de erres guturales aún intacta—. Aunque me esté cayendo yo hago un esfuerzo extraordinario por que me vean bien. ¿Usted me ha visto llorar, Angélica?<br /><br />Angélica es la mujer chilena que hace años limpia el cuarto de hotel donde vive Facundo y no, nunca lo ha visto llorar. Tampoco lo debe haber visto mucho en absoluto, porque Facundo sigue viajando casi tanto como cuando era joven. La diferencia ahora es que tiene a donde volver. Aprovechando la oferta de unos amigos, compró hace un tiempo la habitación 509 del Suipacha Suites, un coqueto hotel del centro de Buenos Aires. Es la única propiedad que declara tener sobre la Tierra:<br /><br />—Me va llegando la hora, y la idea es terminar mis días como los viví: en un hotel y entre libros.Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-245867788118781044.post-32178550133627697272011-07-13T12:12:00.000-07:002011-07-13T12:20:48.462-07:00La última visita a Ernesto Sabato/Revista Soho/Margarita García Robayo<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhDw07oWEJCp4xDNwfXmhGy8SqNRqJIsZk0DGMRKwz1uUT8r8Oh97MnqdVijDFueHAlmW3qlLfP5g3jMEgSGmoI491YoqAIp1ZfqARZqZZ_-id4FmZ3_fDfmbnOYbjThUzoCCesVCdSGfk/s1600/clip_image001.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 200px; height: 100px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhDw07oWEJCp4xDNwfXmhGy8SqNRqJIsZk0DGMRKwz1uUT8r8Oh97MnqdVijDFueHAlmW3qlLfP5g3jMEgSGmoI491YoqAIp1ZfqARZqZZ_-id4FmZ3_fDfmbnOYbjThUzoCCesVCdSGfk/s200/clip_image001.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5628918862034456354" /></a><br />A la casa de don Ernesto se llega en tren. Se toma en Retiro, en el centro de Buenos Aires, y se viaja en dirección al oeste: son siete estaciones hasta Santos Lugares, así se llama donde vive. El tren, como casi todos los trenes de la ciudad, está sucio y destartalado. Por las ventanillas del vagón entra una luz brillante que hace que todo lo que hay adentro se vea más feo de lo que es, y es bastante; es así la luz de invierno, perversa como una lupa. Es de mañana. La señora a mi lado huele a desodorante que se hizo grumo en el sobaco; el niñito sobre sus piernas huele a aliento de mate y torta frita. Cuando se baja la señora la reemplaza una señorita que se peinó con laca. Cuando se baja la señorita la reemplaza un viejo que desayunó ginebra: “¿A dónde vas, piba?” —los ojos del viejo, desteñidos por los años, no consiguen plantarse en ningún lado—. “A la casa de don Ernesto Sábato”. El viejo asiente y al rato dice: “¿Vive?”. <br />Don Ernesto vive, pero no parece. Así como pasa con los muertos, casi todo el mundo tiene historias que contar sobre él. Historias que, en general, se cuentan en pasado. Historias que, en general, no son amables. Se dice que fue hosco, antipático, infiel, vanidoso como una casta damisela apetecida; se dice que se peleó con Dios, que se reconcilió en el año 90 para casarse por la Iglesia con —su ya esposa— Matilde Kusminsky, y que después se volvió a pelear; y que sufrió tanto de crisis existenciales como de envidia. Se dice que amaba a su perro, que odiaba a Borges, que odiaba a todos, que todos lo odiaban; que empezó a derrumbarse en el año 95, cuando se murió su hijo Jorge Federico en un accidente de carro, y terminó de derrumbarse en el año 98, cuando se murió Matilde de arteriosclerosis. Se dice tanto más de lo que se sabe, aunque también se sabe. <br />Se sabe que está encerrado, que casi no ve, que no lee ni escribe, que apenas habla, que apenas se para, que se dedica a pintar, que se alimenta de cosas blandas y aplastadas, que se despierta antes de las ocho, que hace la siesta y se acuesta a las nueve, que lo cuidan dos enfermeras. Se sabe que las enfermeras le leen fragmentos de sus libros, en especial de Sobre héroes y tumbas, el preferido de don Ernesto. Que es brillante, melancólico, pesimista, signo cáncer y que su ánimo fluctúa: eso también se sabe; y que dos veces por semana recibe a un doctor. A veces lo visita Elvira —su secretaria o su novia, no se sabe bien—, o Daniel, su asistente, o Mario, el hijo que le queda. A don Ernesto, dice un sobrino que sabe, no le gusta que le barran el patio: “caminar sobre el colchón de las hojas secas, sentirlas crujir bajo los pies, eso le gusta”. <br /><br />2. <br />Un señor caballero de la literatura argentina, cuyo nombre prometí no revelar, me contó una historia sobre don Ernesto. Es una historia tan vieja que todos los que participan en ella, salvo su protagonista, ya murieron. Ocurrió así: <br />En la residencia Sábato se celebraba una cena. Se comía y se bebía más bien mal, pero la conversación era fabulosa. Se hablaba de libros, música, películas, personalidades de la política y la cultura, y de ciudades lejanas que, para los presentes, resultaban también tan familiares. No había por qué tener pudores en llamar a algún presidente por su nombre de pila, o en decir cosas como que París es tanto mejor en octubre, cuando ya no hay turistas pululando por las veredas, arrastrando a sus críos bulliciosos. La conversación abarcaba un mapa muy extenso: no es secreto para nadie que las personas muy cultas son también mundanas y esplendorosamente venenosas y que les gusta dispersarse en cuánto tópico les cae del techo: critican con igual fruición las publicaciones y matrimonios recientes de los colegas que no están; y todo con la gracia propia de los diálogos entre pares ilustrados, famosos y ligeramente ebrios. Cuenta el narrador oral de esta historia que, en medio de la encantadora velada, a la señora de la casa, doña Matilde, le dio un ataque repentino de picor de garganta: intercalaba el ejercicio nada silencioso de rascársela con una sonrisa forzada que habría amedrentado al mismísimo Guasón. Nadie entendía qué le pasaba, hasta que se levantó súbitamente del lado de su marido y plantó un susurro en cada una de las orejas que habitaban el comedor: “Por favor, hablen de Ernesto”. Y, como un efecto dominó, se vio dar vuelta a las caras que en el futuro estamparían los libros escolares de literatura argentina, en dirección a la cabecera de la mesa: lugar que ocupaba el escritor notable, ensayista excelso, físico culposo, comunista retirado, pintor mediocre, dueño de casa y comensal mudo, don Ernesto. El resto de la noche se trató de él.<br /><br /> 3.<br />La casa de don Ernesto queda en la calle Langeri, a una cuadra de la vía; es blanca y amarilla, estilo republicano, aunque desde afuera casi no se ve. Una reja verde la separa de la vereda y después hay una selva pequeña que sirve de antejardín. El timbre no funciona, el buzón de correo está vacío. Un telón blanco cuelga entre dos postes y cruza la calle —en los barrios de Buenos Aires he visto muchos de esos, suelen decir cosas como: “Los momentos más esperados se construyen paso a paso: ¡Feliz 15, Sole!”—. El de la calle Langeri, me dirán después, también lo colgaron para un cumpleaños, el número 99 de don Ernesto, el 24 de junio. Y dice: “Don Ernesto Sábato, gracias por su aporte a la cultura y su defensa a los derechos humanos. Gente de bien al servicio de la gente”. Lo firma el Grupo Gaspar Campos. <br />Ese día, además del telón, le dieron un premio: el José Hernández. “Reconocer a Sábato es poner en valor lo mejor de nosotros”, dijo el gobernador Daniel Scioli en el auditorio Astor Piazzolla de la casa de la Provincia de Buenos Aires. El premio lo recibió su hijo Mario; en el público estaba Estela de Carlotto, titular de las Abuelas de la Plaza de Mayo; la periodista Magdalena Ruiz Guiñazú, cercana a la familia; monseñor Justo Laguna, un ex obispo culto; un par de actores conocidos y ningún escritor.<br />Para este cumpleaños los diarios no le dedicaron tanto espacio como solían. Quizá porque se lo están guardando para el año próximo, el del siglo, o quizá porque la fecha se les ha hinchado de efemérides; antes, el cumpleaños de don Ernesto solo compartía cartelera con la muerte de Gardel. Ahora se le sumaron otros cumpleaños: el de Lionel Messi (23) y el de Román Riquelme (32), dos grandes del fútbol, dos héroes vigentes.<br />—¿Por qué no atenderán el timbre? —le pregunto a la cajera de la pizzería que queda al lado de la casa de don Ernesto. <br />—Ahí nunca atienden. <br />—¿Ah, no? <br />La cajera alza los hombros: <br />—Eso dicen. <br />Frente a la casa de don Ernesto hay un paredón limpio, salvo por un grafiti que parece reciente: “El Quijote”, dice. El paredón termina y se hace edificio, es el Club Atlético Defensores de Santos Lugares y el jardín de infantes Leoncito y la Biblioteca Popular Ernesto Sábato. Todo junto. La Biblioteca abre a las cinco de la tarde, me dice el portero —que se presenta como uno de los más antiguos—, y que no va mucha gente. <br />—Es el invierno —se disculpa. Don Ernesto tampoco va a su biblioteca, porque don Ernesto ya no va a ninguna parte; pero cuando sí iba, tampoco solía frecuentar ese club: <br />—No era un tipo deportivo —dice el portero.<br />—¿Nunca vino?—Alguna vez.<br />—¿Lo conoció?<br />—Y sí, pero para mí era un socio más. Lo que pasa es que la gente lo miraba con…<br />—¿Con qué?<br />—No sé, con respeto. <br />Frunce el ceño. El que sí iba con frecuencia era su hijo Mario, pero ya no.<br />—…creció, se mudó lejos —dice el portero. <br />Mario es director de cine. En marzo de este año estrenó el documental Ernesto Sábato, mi padre, en el que muestra escenas familiares filmadas desde 1962 hasta el 2007. El día del cumpleaños proyectó la película en el Club Defensores de Santos Lugares, para que la viera la gente del barrio. En una escena de la película, don Ernesto dice de sí mismo: “Me considero una persona ni muy buena ni muy mala. Una persona en el fondo solitaria, propensa a las depresiones más profundas. No soy una persona muy recomendable”. En una entrevista en la televisión, Mario dijo que a su papá solo le mostró la primera parte, que es un poco más feliz, para que no se emocionara mucho, para que no se pusiera mal. Porque don Ernesto está deprimido, eso también se dice. <br />Marta, sesenta y tantos, pelo canoso, lentes de marco rojo, se muestra casi escandalizada:<br />—No, no, yo nunca le hablé, ¿cómo le voy a hablar a ese señor? —está sentada afuera, en el pretil del club, y la rodean seis niñitas que asisten a las actividades de vacaciones del jardín Leoncito. Marta dice que don Ernesto no se daba mucho con la gente. Que doña Matilde más o menos, pero que después se enfermó y la pasó tan mal que ya no volvió a salir de esa casa sino en una camilla, tiesa de dolor. <br />Según algunos vecinos —José, Tomás, Enilce—, a don Ernesto se lo vio por última vez en el año 2005. Coincide con la versión de su hijo Mario: “Hace unos cinco años que el médico le prohibió salir”.<br />—Yo lo vi por última vez con su perro. Salía a pasearlo a la tarde y tomaba sol —dice José, cuarenta y tantos; la panza se le derrama por encima del cinturón.<br />—¿Leyeron sus libros? <br />No leyeron. Enilce dice que leyó El Túnel, pero como si no.<br />—¿Por qué “como si no” ?<br />—Porque fue hace mucho y me lo olvidé.<br />En octubre del 2005 don Ernesto presidió una mesa de jurados del Primer Certamen de Novela de la Fundación Aerolíneas Argentinas - Editorial Siglo XXI. Este dato sorprende, teniendo en cuenta que la ceguera progresiva se la detectaron por allá en los setenta. <br />—La entrega del premio fue en el Centro Cultural Borges, él estaba acompañado por una mujer que lo sostenía del brazo. Cuando llegó el momento de las fotos, nos juntaron a los dos ganadores y a él, que me preguntó: “¿Y ahora qué pasa”. Yo le dije: “Están sacándonos fotos”. Y él preguntó: “¿Y por qué"?. No supe qué decirle, se lo veía muy perdido, como si no tuviese noción real de tiempo y espacio. Le contesté: “Porque somos lindos”. Fue lo primero que se me ocurrió —dice Pablo Alí, el escritor que ganó el segundo premio.<br />Allí, en el edificio que lleva el nombre del que algunos —él mismo— consideran su más temible adversario, don Ernesto debió hacer su última aparición pública. Pasaron casi cincuenta años desde que Borges pronunció aquella sentencia subrepticia que, según los detractores de don Ernesto, lo situó en el lugar que le corresponde en la literatura argentina. Corría el año 1961 y salía Sobre héroes y tumbas con una faja marketinera que decía: “Sábato, el rival de Borges”. Una periodista le preguntó a Borges qué pensaba de esa frase y Borges, con su voz graciosamente afectada, sus modos aristócratas, su cinismo disfrazado de inocencia largó: “Qué curioso, a mí jamás se me habría ocurrido decir: Borges, el rival de Sábato”. <br />En octubre de 2005, don Ernesto fue invitado, también, a la inauguración de la Plaza Arturo Illia de Santos Lugares, que había sido remodelada. Se hizo un pequeño acto liderado por el intendente, pero Sábato no fue. En el año 2008 su casa fue asaltada por dos adolescentes enmascarados. Según los diarios, estuvieron media hora adentro, robaron 4300 pesos y nunca lo vieron. <br /><br />4.<br />Esta historia de don Ernesto es, quizá, más vieja que la de la cena. La fuente es otro escritor que, por supuesto, pide confidencialidad. Ocurrió a finales de los cincuenta. Don Ernesto ya había recibido piropos de Graham Green y Albert Camus, y estaba catalogado como el gran cultor de la novela psicológica contemporánea —aunque por la misma época fue que Bioy Casares escribió: “Es curioso el caso de Sábato: ha escrito poco, pero ese poco es tan vulgar que nos abruma como una obra copiosa”—. De cualquier forma, don Ernesto era famoso y alquilaba un bulo con su —también famoso— amigo Leopoldo Torre Nilsson, director de cine que ya murió. Torre Nilsson solía llevar al departamento a su amante de entonces —quien después sería la mujer de su vida—, la escritora Beatriz Guido. Se habían conocido en casa de don Ernesto, que sirvió de celestino al comienzo de la relación. Cuentan que los amigos se alternaban el bulo, que Ernesto iba a la mañana, no se sabía con quién; y que Leopoldo y Beatriz iban a la tarde y solían encontrar el departamento hecho un desastre. Todo tirado por el piso, como si un huracán de libido hubiese pasado por ahí. La pareja tenía tanta curiosidad que planeó una emboscada. Revisaron el departamento antes de que llegara Ernesto, para asegurarse de que todo estuviera ordenado y prístino. Salieron del edificio, se apostaron en el bar de enfrente y vigilaron la entrada. Esto, dice la leyenda, fue lo que vieron: don Ernesto entró solo al edificio y al poco rato volvió a salir igual de solo. Leopoldo y Beatriz vigilaron la entrada un rato más, esperando descubrir a la amante encubierta, pero nunca salió. Decidieron subir hasta el departamento, sospechando que la susodicha estaría aún allí, reposando la faena; cuando abrieron la puerta se encontraron con el desastre habitual y el departamento vacío. Don Ernesto, dicen que se dijeron, vivía romances tórridos consigo mismo. <br /><br />5.<br />Violeta tiene diecisiete años y una panza enorme y puntiaguda. Cecilia tiene veintitrés y un par de dientes menos. Envueltas en lanas, se pasan las horas en una esquina de la calle Langeri, tomando mate y vendiendo fiambre. Ahora no venden, es mediodía, están cerradas. ¿Saben que en esa calle vive una especie de genio prócer olvidado? Sí. ¿Saben que escribió libros notables y que ahora vive como una planta? Más o menos. Nunca lo vieron. Nunca lo leyeron. ¿Vieron salir alguna vez a alguien de esa casa? A una chica, sí, Silvina, dicen que se llama. Y que es la mucama, o les parece. Y que es linda. Enfrente, en la papelería SV, una dependienta muy modosa dice que no, que nunca vio a don Ernesto. ¿Lo leyó? Algo. ¿Qué leyó? No recuerda.<br />En la esquina contraria, cerca de las vías, cuatro muchachitos, chaquetas abullonadas, gorritos de invierno, pasan el rato, patean piedras.<br />—¿Quién <br />—Ernesto Sábato, ¿lo conocen? Vive ahí —señalo la casa.<br />—Ah, sí, el escritor —dice Maxi, y da una pitada.<br />—¿Lo vieron alguna vez?<br />Nunca lo vieron. ¿Lo leyeron? Sí. ¿Qué leyeron? El Túnel. ¿En el colegio? Sí.<br />—¿Les gustó?<br />Juan dice sí; la mano de Maxi dice más o menos; Jorge alza los hombros; el otro, Ari, se mira los tenis, se saca uno y mueve los dedos envueltos en una media gastada: <br />—Pensé que estaba muerto. <br />Pasa el tren. <br />Al lado de don Ernesto vive un señor elegante: lleva un sobretodo negro, sombrero, bigotes recortados, las canas bien planchadas. Y está molesto:<br />—Vive como un anciano, ¿cómo va a vivir si no? Acá vienen periodistas a preguntar cada cosa y yo digo ¿por qué no lo dejan tranquilo? ¿Ya no hizo suficiente? ¿Ya no dijo todo lo que podía decir? —señala el telón blanco que cruza la calle—. Qué más quieren que diga, si casi ni puede hablar… Ni con Videla hacen eso, a ese lo dejan tranquilito, pero a Ernesto vienen a atormentarlo, a él y a su familia. No es lindo eso, no es nada lindo. <br />Niega con la cabeza, camina hasta un auto negro, nuevo y lustroso. Le saca la alarma.<br />—Pero, señor —insisto—, ¿se conocían bien? ¿Eran amigos?<br />El hombre me mira condescendiente:<br />—¿Amigos? Es Ernesto Sábato, señorita... —hace un amago por explicarme su respuesta, pero se ve que se arrepiente y se sube al carro. <br />Son casi las tres, desde la vereda del club la casa de don Ernesto se ve fantasmagórica. Un par de plátanos (un árbol de Buenos Aires que no sirve para hacer patacones) engalanan la entrada. Están pelados. En uno de los troncos hay una inscripción: “Julio”, y debajo un nombre que debió borrarse con el tiempo o que nunca terminaron de escribir. “Sofía”, parece ser: le falta la o y la í, se adivina la f. Entre los dos plátanos hay un Ford Escort, color azul, viejo y sucio.<br />Don Ernesto llegó a esa casa en 1945, año en el que decidió dejar su carrera científica y dedicarse a escribir. El dueño era un señor Federico Valle, y se la alquiló con él adentro: vivía en el sótano. Don Ernesto se mudó con su hijo mayor y Matilde, preñada del segundo —Mario, que nació ese mismo año—. Al cabo de un tiempo compró la casa y allí se quedaron: “De aquí me sacan en cajón, porque Santos Lugares es mi patria chica”, dijo en su cumpleaños número ochenta, en un homenaje que le hicieron los vecinos de hace veinte años. Esa casa vio nacer a Juan Pablo Castel y María Iribarne, los protagonistas de su mayor éxito; pero también vio salir a su esposa, tapada con una sábana hasta la cabeza. Poco antes de morir, Matilde publicó un par de libros: uno de cuentos —El conjuro— y uno de poemas —Cenizas y plegarias—: Quién de los dos /quedará en el vacío de las sombras, / sin el latente custodio de su cuerpo. / Quién sufrirá la alejada presencia / llenando el vacío de los cuartos —dice la estrofa final de un poema del libro, que está dedicado a Ernesto. Y queda él, ahora se sabe, pero no parece.<br /> —Yo creo que no se muere porque todavía está esperando lo que sabemos —me dice José, el vecino panzón.<br />—¿Qué es lo que sabemos?—Bueh —pone cara de obviedad—, el Nobel, lo que todos los grandes han esperado pero no les llega. Yo creo que allá en Suecia no nos quieren a los argentinos.<br />Más tarde, Lila, estudiante de Letras, vecina de Santos Lugares, se sentará a mi lado en el tren de regreso y me dará su teoría:<br />—Yo creo que la amargura y las drogas duras te transforman en una persona longeva. Mirá Ciorán. Mirá los Rolling Stones, que tienen como noventa años y parecen de veinticinco. <br />Todavía más tarde, Antonio, estudiante de Historia, aspirante a escritor, borgeano visceral, me dirá:<br />—Todos sabemos que se murió; alguien tiene que ir y avisarle. <br />Pero ahora sigo en la calle Langeri. Y toco el timbre. Y nadie sale. Me asomo a la reja: en medio de la selvita alguien sembró el esqueleto de una sombrilla. Vuelvo a tocar. Nadie. No se oye el zumbido de una mosca.Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-245867788118781044.post-47688351175563191032011-07-12T15:12:00.000-07:002011-07-12T15:17:51.847-07:00Hablando de amor / por Juan Pablo Bertazza / en Radar-Página 12<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgHu5J39dNllvCpYk6ygFWSQGE_sBj_hMhNaiwC9gu4mRRHuzjS7SskBvWognsxukNfz-1vyrRjzTHcUn15CnI1cAmNmLSbt83uJwlkpDEOwhjHXFr02Ot0GEbTtT048xdL-BQgygJsHxY/s1600/images.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 127px; height: 200px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgHu5J39dNllvCpYk6ygFWSQGE_sBj_hMhNaiwC9gu4mRRHuzjS7SskBvWognsxukNfz-1vyrRjzTHcUn15CnI1cAmNmLSbt83uJwlkpDEOwhjHXFr02Ot0GEbTtT048xdL-BQgygJsHxY/s200/images.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5628593438866245490" /></a><br /><span style="font-style:italic;">Tess Gallagher, poeta y narradora, fue esposa de Raymond Carver y la mujer que lo ayudó a dejar la bebida. Con una veintena de reconocidos poemarios publicados, comenzó su carrera como narradora alentada por su esposo. Estos cuentos de realismo minimalista que indagan en los resquicios del amor –salvo el que le da título al libro, un relato extraordinario que roza lo fantástico–, por un lado funcionan como un satélite natural de la obra de Carver y por otro lado hablan del talento y la versatilidad de su autora.</span><br /><br /><br /><br /><br /><br />Cuando la fuerza arrolladora de la literatura se une a la muerte temprana y aparece la sed de leer, suele recurrirse a todos los satélites de un escritor: boletas de lavandería, diarios íntimos, correspondencias y bosquejos de libros nunca terminados. Sin lugar a dudas, Raymond Carver fue uno de los mejores cuentistas de la segunda mitad del siglo XX, pero su talento transgrede cualquier noción de género: más allá de que en sólo dos libros mostró también un talento poético innegable, con el tiempo su propuesta, su estilo y esa preocupación por personajes marginales que muy poca importancia habían tenido en otros escritores, tomaron por asalto la escena literaria, aun en lo que respecta a un asunto relativamente reciente en los debates literarios: las relaciones peligrosas entre un escritor y un editor, algo que salió a la luz hace unos años cuando se detectó que Gordon Lish había participado más de la cuenta en la poda de sus relatos, y que se instaló con la publicación de Principiantes, la versión de los cuentos tal como los había escrito Carver antes del filtro minimalista de su editor. Satélites que tienen un interés periodístico innegable pero que, al mismo tiempo, contribuyen también a saciar esa sed por seguir leyendo a los que ya no pueden seguir escribiendo.<br />La publicación en español de El amante de los caballos (1987), primer libro de relatos de su última esposa, Tess Gallagher, la mujer que consiguió que dejara la bebida, tiene un valor similar. Gallagher goza del suficiente mérito como para ser leída en forma autónoma, es decir, desligada de la sombra enorme de su marido. Laureada con diversas y prestigiosas becas universitarias, no caben dudas de que su trayectoria poética con una veintena de libros publicados y reconocidos, es mucho más importante e innovadora que la de su marido. Sin embargo, hay un dato fundamental que se confirma apenas uno se enfrenta a estos relatos: fue precisamente Raymond Carver quien alentó a Tess a publicar y escribir sus relatos, y no sería para nada raro, teniendo en cuenta la atmósfera y el estilo de los mismos, que también Carver haya hecho su aporte a estas historias como Gordon Lish hizo con las suyas.<br />“El amante de los caballos”, relato que da título al volumen, es la joya de un libro con un nivel muy parejo, muy alto; y por otro lado, es tal vez el relato que menos influencia tiene de Carver: con un tema que seguramente influyó en la novela escrita por Nicholas Evans en 1995 y que, tres años después, fuera llevada exitosamente al cine por Robert Redford con aquella actuación iniciática de Scarlett Johansson, se centra en un grupo familiar, cuyos integrantes, en determinado momento de la vida, desarrollan una especie de don tan absurdo como inexplicable: el abuelo comunicándose con los caballos –y enamorándose de uno de ellos a tal punto de abandonar a su familia–, el padre con los juegos de cartas –aun a punto de perderlo todo– y la hija –la narradora– que se niega a hablar en voz alta hasta los once años, como si “mi cabeza fuese un almacén de secretos que sólo podían comunicarse de manera privada”. Este relato que tiene un pie en el género fantástico y un vuelo poético notable es el más distintivo del libro. Pero es, en realidad, en los restantes cuentos de El amante de los caballos donde puede notarse la clara influencia de Carver, a tal punto que, por momentos, nos da la sensación de que estamos ante un relato perdido de Catedral o De qué hablamos cuando hablamos de amor. Mudanzas frecuentes y reveladoras, palabras que quieren decir otra cosa, inesperados vasos de whisky, la irrupción de terceros y algunas extrañas asociaciones –cuando una de las protagonistas ve a una mujer de ojos grandes y negros y piel blanca, piensa en la palabra “alabastro”– son algunos de los temas recurrentes.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhjoh_-Y7bd18mmwjfOb2lhuC61Y3rZzIBku2sG7pKNok6d1lLS2mYbzSi0aNQS3uGaYwhYCakH10mfBNYgH6ZSE2IRTTJpq4VGfsDsvAEslAPta2P15ICRVWZMxUR7mqaewW5AFyw5jCI/s1600/tessgallaguer.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 200px; height: 133px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhjoh_-Y7bd18mmwjfOb2lhuC61Y3rZzIBku2sG7pKNok6d1lLS2mYbzSi0aNQS3uGaYwhYCakH10mfBNYgH6ZSE2IRTTJpq4VGfsDsvAEslAPta2P15ICRVWZMxUR7mqaewW5AFyw5jCI/s200/tessgallaguer.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5628593274108168530" /></a><br /><br />Con un realismo minimalista, y una habilidad de enfocar grandes problemas en pequeños detalles, la mayoría de estos relatos, al igual que sucedía con los cuentos de Carver, indagan y se asoman en las grietas del amor, los resquicios entre la supuesta seguridad de las relaciones de pareja. Así, en el brillante “Aguarrás”, la llegada de una vendedora de Avon termina desnudando las carencias de una pareja totalmente anquilosada en su concepción de la comunicación y la felicidad. En “Indefensos”, otra pareja aparentemente fuerte y sólida, empieza a resquebrajarse y a hundirse como el Titanic en su primer día de viajes con la aparición de una ex, y las dudas que en su actual mujer le genera una frase de un libro de filosofía: “No mentir significa no sólo negarnos a ocultar nuestras intenciones, sino también exponerlas con sinceridad y honradez. Esto no es fácil y no se consigue sin pagar un precio”. Pero el relato que mejor representa el humus contaminado del amor, suciedad que se vislumbra a partir de un hecho supuestamente insignificante es, sin lugar a dudas, “Beneficiarios”, en el que una pareja feliz se termina rompiendo por los beneficiarios que deciden declarar para sus respectivas herencias. Es extraño pero los relatos de Tess Gallagher tienen un valor doble: por un lado funcionan como otro satélite natural de la obra del gran Raymond Carver, por otro lado hablan de su propio talento y versatilidad. Nada raro si tenemos en cuenta, por ejemplo, sus mutuas dedicatorias y, sobre todo, “Amar”, uno de los poemas que él le escribió a ella: “Desde la ventana la veo inclinada junto a las rosas/ las arranca,/ hace una pausa y arranca otra, más sola en el mundo de lo que pudiera imaginar./ Y le digo entonces enfrentándome a lo que se acerca: mi mujer. Lo diré/ mientras pueda, mientras respire, con cada pétalo/ de la rosa”.Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-245867788118781044.post-66534124609067292202011-07-10T12:22:00.000-07:002011-07-10T12:25:26.186-07:00Anatomía del hincha chileno / Por Marcelo Simonetti<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiyyQPdA2qxiAw5d1903wUMxCuElty_tPeFjZyHQ4H-tHp-TyyjznMWI6NKr9vHeeM5Zf7QSQTimQB2FxIQ_OJp5lq0LuB8pz_bkSZ8gJvd5rL5GL4AGr5jOz9PkV86D0H_TdclNKg4C1o/s1600/marea-roja.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 200px; height: 133px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiyyQPdA2qxiAw5d1903wUMxCuElty_tPeFjZyHQ4H-tHp-TyyjznMWI6NKr9vHeeM5Zf7QSQTimQB2FxIQ_OJp5lq0LuB8pz_bkSZ8gJvd5rL5GL4AGr5jOz9PkV86D0H_TdclNKg4C1o/s200/marea-roja.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5627806823066046082" /></a><br /><br />Es un hombre grande. Cuando menos 40 ó 45 años. Y, sin embargo, sentado en la banca de una plaza de San Juan, llora. Llora como un niño. No ha fallecido su padre ni ha sorprendido a su mujer en los brazos de otro. Tampoco le han quebrado una pierna ni se ha quemado la cara. Sin pudor alguno, confiesa que le han robado la camiseta que Jean Beausejour, el seleccionado nacional, le regaló. Por eso llora. <br /><br />Vista la escena y empujado a hacer un análisis casi instantáneo, uno podría convenir dos cosas: o que el hincha patrio es un sentimental o, como diría mi abuela (una machista furibunda), es niñita.<br /><br />Quizá lo más juicioso sería decir que ni lo uno ni lo otro y que, como ocurre en esos casos de personalidad compleja, detrás de ese hombre que llora la pérdida de la camiseta de su ídolo, detrás del hincha chileno, en definitiva, hay una historia larga que incluye fracasos estrepitosos, traiciones, engaños y desengaños, al margen de una que otra felicidad esporádica. <br /><br />Si lo que dice el escritor español Javier Marías es cierto, eso de que el fútbol es la recuperación semanal de la infancia, podemos plantear que el fanático, el hombre corazón de pelota, es un niño que cada siete días se saca el disfraz de adulto para volver a ser el que siempre ha sido. Y en ese plan habría que apuntar que hay niños más felices que otros y, también, niños con más traumas que otros.<br /><br />Llevado al diván, el hincha chileno debería confesar más de un trauma de infancia.<br /><br /> El primero de ellos tiene una fecha más o menos precisa: junio de 1982. En esos días, el hincha nacional gozaba de una ingenuidad única. Y así como en el país hacían nata los predicadores que cautivaban a las masas (recuerde nada más a Yiye Avila o a Yamilé), en el fútbol había uno que de haber querido vendernos la Luna y Marte en cómodas cuotas mensuales lo hubiera hecho. Ese era Luis Santibáñez, el seleccionador nacional, quien nos convenció de que el equipo chileno era el mejor de América y, por extensión, uno de los mejores del mundo. Chile fue a España y regresó humillado. El rey del área chica desperdició un penal en el debut. Al superhombre que teníamos en el arco, mitad humano, mitad gato, los alemanes le hicieron cuatro goles. El hincha chileno había vivido engañado. La Roja perdió todos los partidos. <br /><br />El segundo trauma comienza en septiembre de 1989 y es más profundo. Hubo una bengala, hubo sangre y un héroe caído en batalla que, por momentos, fue puesto casi a la altura de Prat. Para el hincha nacional, el "Cóndor" Rojas era una suerte de gladiador que había sido atacado arteramente en el Maracaná. Por eso salió furioso a tirar huevos frente a la embajada de Brasil. Si hasta el comandante Merino lanzó palos a la hoguera y calificó a Brasil de país primitivo. Por lo mismo, cuando Rojas reconoció su mentira, cuando dijo que él se había cortado con un bisturí, la confesión dolió más que un mazazo en la testa del fanático criollo.<br /><br />Pero a ese niño, con dos traumas a cuestas, le faltaba lo peor. Lo castigaron en su propia casa, sin juegos, por varios años. A lo sumo, podía asomarse a la ventana a ver cómo los otros niños corrían tras la pelota. ¿Cómo sale de eso un púber? ¿Cómo salió el hincha chileno del castigo que le aplicó la FIFA y que impedía a su selección participar en las Eliminatorias? No había otro camino que reinventarse. Por eso, cuando volvió a la calle ya era otro, tenía una cabeza distinta, y si había que empeñar hasta a la abuela con tal de ver todo lo que no había visto en esos años, lo iba a hacer.<br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhqSMWLKNUJorU-ryFDdsAP-jpg0yQsQcC77N4NZYljYrzqIzDGriA5IvbGazaACfOoD0fnkb9-XaSJDN6SK-IBHGYo71vdHAjgmDVyz72Q7uRH7OsZVVxr4WwZ-jkgZHzpZosUk303Phg/s1600/marea_roja2.jpg"><img style="float:right; margin:0 0 10px 10px;cursor:pointer; cursor:hand;width: 200px; height: 149px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhqSMWLKNUJorU-ryFDdsAP-jpg0yQsQcC77N4NZYljYrzqIzDGriA5IvbGazaACfOoD0fnkb9-XaSJDN6SK-IBHGYo71vdHAjgmDVyz72Q7uRH7OsZVVxr4WwZ-jkgZHzpZosUk303Phg/s200/marea_roja2.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5627806501773011858" /></a><br /><br /><br /><br />El fanático que caminó por las calles de Francia en 1998, el que le rindió pleitesía al Matador Salas y creyó, por un momento, que podía ser campeón del mundo (si lo prefieren: el niño que volvió a salir a la calle después del castigo de la Fifa), fue el prototipo sobre el que se construyó la versión contemporánea del hincha criollo.<br /><br />Pero, ¿qué tiene en la cabeza este nuevo Yuraidini, la versión moderna de ese hincha que en los 70 alentaba, altavoz en mano, al público en los partidos de la selección?, ¿de qué está hecho el nuevo torcedor nacional?, ¿a qué adscribe? A manera de borrador, aquí algunas aproximaciones.<br /><br />1. Es un todoterreno: da igual adonde haya que ir. ¿Francia?, ¿Sudáfrica?, ¿Argentina? Puede dormir en un hotel, en un camping, en la playa o en la calle. En el peor de los casos, puede hasta no dormir. Digamos que el hincha patrio es una especie que encarna, mejor que nadie, los principios de Darwin: adaptabilidad y sobrevivencia. Un Mundial en la Antártica, ¿cuál es el problema?<br /><br />2. La tarjeta nuestra de cada día: su amor por la Roja se sostiene en un arsenal de tarjetas. No importa si son doradas o plateadas, lo sustantivo es el número. La redcompra, la de crédito, las de las multitiendas, las de los supermercados. El fanático moderno tiene un máster en gimnasia bancaria. Y a pesar de que tenga reventadas las líneas de sobregiro, siempre se las arreglará para seguir a la Selección hasta Tombuctú, si fuera preciso, comprando el billete aéreo a 192 cuotas en la casa comercial de turno. <br /><br />3. El síndrome del pasto seco: entendiendo que el chileno atraviesa por su fase maníaca, habría que decir que el compatriota pelotero "prende" con cualquier cosa. De otro modo, no se explica que tras el triunfo sobre México la gente llegara hasta Plaza Italia con bombos y cornetas como si la Roja hubiera conseguido el título. Juan Villoro, el connotado cronista mexicano, decía a propósito de su país y de Escocia: "Se trata de países que nunca han tenido protagonismo internacional y quizá por ello han buscado el placer compensatorio de llenar estadios". El chileno obraría a través de una idea parecida: son tan pocos los títulos que ha podido celebrar que, para no resignarse a que la fiesta sea siempre ajena, festeja lo que venga. ¿Un córner para Chile? Métale bocinazo.<br /><br />4. ¿Quién soy, dónde estoy? Hay un personaje mítico del Jappening con Já, el licenciado De la Mora. Bastaba un pequeño golpe en la cabeza para que De la Mora -interpretado por Fernando Alarcón- perdiera la noción de quién era. Pues bien, apenas hay un torneo en el horizonte, el hincha local pierde la noción de la realidad. Y poco le importa sacar una alita del crédito hipotecario para iniciar la aventura de seguir a la Roja. O dejar el trabajo. O postergar el matrimonio con su novia de toda la vida, porque ese día, ese día juega Chile. Todo se relativiza y él vuelve a ser el salvaje que corre libre por la selva, sin otra obligación que la celebración del gol. <br /><br />Sin embargo, esta suerte de radiografía no podría estar completa si se omitiera el rasgo más importante del hincha local: su bipolaridad. <br /><br />Es cierto que en los últimos años, Bielsa mediante, el "paciente" se ha mantenido en su etapa maníaca. Y más allá de la efervescencia propia generada por una selección que jugó como nunca había jugado, sus estados de ánimo no variaron en demasía. Pero este modelo de hincha que ha permanecido largo tiempo arriba de la pelota no ha sido, necesariamente, la tónica a lo largo de la historia. <br /><br />Hubo un tiempo, no muy lejano, en que el hincha nacional pasó del amor al odio con una facilidad exagerada. Un día despertaba sintiendo que su equipo podía convertirse en el campeón del mundo y, esa misma noche, se dormía pateando la perra, convencido de que el chileno, por genética, era malo para la pelota. La fase depresiva del hincha nacional es horrorosa. Y no sólo el pan con palta sabe mal cuando la Selección suma una derrota tras otra. <br /><br />Con todo, lo que mueve al hincha chileno es una utopía. El sueño de un niño. El mismo por el que se desvivieron en un momento los argentinos, los brasileños y los uruguayos. Ganar algún día un título. Un pedazo de metal que les permita decir a todos: yo soy el mejor. Cuando llegue ese día, todos querrán estar ahí. Quién sabe si el próximo 24 de julio, el hincha chileno consigue graduarse de campeón.Unknownnoreply@blogger.com0